El presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México (TSJCDMX), Rafael Guerra Álvarez se convirtió en un defensor oficioso de la reforma al Poder Judicial Federal que promueve la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, quien lo impulsó para llegar al cargo que ostenta desde 2019. FOTO: Archivo TSJCDMX
Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
El presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México (TSJCDMX), Rafael Guerra Álvarez se convirtió en un defensor oficioso de la reforma al Poder Judicial Federal que promueve la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, quien lo impulsó para llegar al cargo que ostenta desde 2019. El cargo se lo debe a ella y por eso le quiere pagar, y de pasada quedar bien por aquello de que ambiciona ser ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Cuando argumenta a favor de esa reforma lopezobradorista y de Sheinbaum para elegir con el voto popular a jueces y magistrados federales, así como ministros de la SCJN, Guerra trata de esconder su subordinación con en el argumento de que se debe defender la carrera judicial.
Hace unos días, en una ponencia sobre la reforma judicial federal, Guerra exhortó a que haya “garantías” y se “respete la carrera judicial”, por lo que consideró que esta reforma debe aplicar sólo para “nuevos ingresos”.
Pero es tramposo, pues oculta que el Fuero Común, que es su responsabilidad en la CDMX, enfrenta la peor crisis en su historia. En 2022, en la capital del país se registró el 99.1% de impunidad en delitos que son del orden local, informó “México Elige” en febrero pasado.
Es decir, Guerra se ocupa ahora de opinar sobre una reforma a nivel federal, cuando en su casa, el Tribunal que encabeza en la CDMX, la impunidad es vergonzante, le han incumplido por décadas a los capitalinos, que no encuentran justicia cuando son víctimas de un ilícito, en su día a día.
Tal parece que Guerra además se adelanta a lo que él mismo va a impulsar o por lo menos a consentir en la capital del país: una reforma en los mismos términos para elegir a los jueces y magistrados en las urnas. En este punto, sin embargo, Guerra es completamente acrítico del riesgo que representaría poner los juzgados y tribunales en manos de gente que no reúna el perfil adecuado, a pesar de que los votara el “pueblo sabio”.
Lo que en realidad debería reconocer Guerra es su corresponsabilidad en la profunda gravedad del 99.1% de impunidad en la CDMX, en los delitos del Fuero Común, y de la incapacidad del Poder Judicial que encabeza para frenar esta crisis.
La gente en la CDMX es víctima de asaltos con violencia, robo a casa habitación, de automóvil, lesiones, amenazas, violencia familiar, daño en sus propiedades. Pocos logran levantar una denuncia ante el Ministerio Público, y de quienes pasan este filtro, menos del 5% logran que su caso se judicialice. Y si ello ocurre, los jueces son los que tienen la llave de la puerta giratoria, y los criminales continúan en las calles cometiendo fechorías.
La impunidad alcanza incluso el 100%, de acuerdo con México Elige, en otros delitos del Fuero Común: homicidio doloso, feminicidio, desaparición forzada, secuestro, violación, violencia familiar, abuso sexual y despojo. Tampoco se logra sancionar a los responsables en el 99.8% de los casos de extorsión, y en el 99.9% en los de robo y fraude.
Si todo lo anterior lo desconoce Guerra, muy mal. Si lo sabe y no hace nada, peor. En vez de andar de defensor oficioso de las iniciativas se Sheinbaum y López Obrador, debería atender la grave crisis que enfrenta en casa. Seguro no lo hará, porque al parecer hoy está más preocupado en su plan de que ser ministro de la SCJN. Lo veremos.
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