Conocí a Toño De La Cruz, cubriendo un pleito entre pescadores en el ejido “Las Barretas” en Hidalgo, Tamaulipas, por allá del 99; los caciques de Hidalgo querían apoderarse de unos terrenos ejidales y despojar a una decena de pescadores que trabajaban diariamente en la prensa Pedro Jose Méndez contigua al Rancho La Flor.
30 de junio de 2022
Conocí a Toño De La Cruz, cubriendo un pleito entre pescadores en el ejido “Las Barretas” en Hidalgo, Tamaulipas, por allá del 99; los caciques de Hidalgo querían apoderarse de unos terrenos ejidales y despojar a una decena de pescadores que trabajaban diariamente en la prensa Pedro Jose Méndez contigua al Rancho La Flor.
Aquel día volaron piedras, palos y uno que otro plomo, recuerdo que dos camionetas de rurales, nos habían resguardado y terminamos comiendo caldo y unos pescados fritos, porque ya calaba el hambre.
Por el susto comenzamos a «botanear», y en esa plática nos conocimos.
Los dos trabajamos en distintos tiempos, para La Voz de Tula y el Debate de Hidalgo, periódicos que cubrían la región citrícola y el cuarto distrito, los dos editados por Jose Luis Contreras.
Nos venimos platicando de Hidalgo a Victoria, de varias anécdotas del tiempo corriente y nos pusimos de acuerdo para seguir visitando la zona en grupo, a veces con Jose Luis o con Alfredo Contreras, hijos de «Don Güicho».
Así pasó en más ocasiones. Ya en el Expreso nos seguíamos tratando, yo trabajé en el Mante como reportero de nota roja, y él recorría en veces esas zonas, se especializó en temas agrícolas, yo me fui por la sangre y la investigación.
Coincidimos algunas veces en “La Bocatoma”.
Toño era incisivo en su redacción, cuando criticaba lo hacía con fuerza y sustento; a muchos políticos no les gustaba eso.
Buen esposo, padre de 3 niñas, Cintia, Paola y Melisa, a quienes jamás mezcló en su trabajo. Era sumamente reservado.
Su brother Arturo Rosas y después Héctor González Antonio, a quien también asesinaron.
Nos dolimos y lloramos por eso, gritamos justicia, así como el exilio y criminalización de Francisco Cuéllar, a quien ahora le toca ser parte de los que llegan…
Jamás pensé sentir tanto dolor e indignación, he visto como nos roban a varios compañeros desde el 2010. Tiempos oscuros para el periodismo, los cuales han regresado.
Mario Chávez, Guillermo Martínez, Misael Esparza, Manuel Calzado, Héctor González, Carlos Domínguez y ahora Toño de la Cruz. Contando a todos aquellos que también quedaron en brechas humilladas en su sangre, o como Domínguez, Arguello, Silva y Rábago Valdés que quedaron calcinados frente al hospital de alta especialidad en Ciudad Victoria en marzo del 2010, todo por el coletazo entre los cárteles y el narco gobierno de Eugenio Hernández Flores.
Esto se lo dijo Toño a los Relatores de Libertad de Expresión de la ONU en su visita a México y a Tamaulipas en 2018.
Hoy sucede lo mismo, tenemos un escenario de guerra política entre los salientes y entrantes en el Gobierno de Tamaulipas.
No hay que ser muy inteligentes para no darse cuenta de la hipótesis.
¿A quién le convenía asesinar a un periodista que no era malo, que era buen padre, que no tenía nexos ni negociaciones con nadie?
¿A quién le conviene silenciar a la prensa en una administración de terror y corrupción?
¿A los que ya se van, o a los que van a entrar?
El mensaje fue recibido. Y no, menos hoy nos vamos a callar.
Y por más que le quieran inventar alguna estupidez, es injustificable el asesinato de un buen hombre…
Toño, no era el tiempo mi hermano, te callaron a tus 48 años. Pero te juro que los que quedamos en menos tiempo encontraremos justicia para ti…
No confíes en nadie compadrito, así me lo dijiste muchas veces, ni en tu misma raza.
Yo quiero confiar en que se detenga a quien ordenó matarte.
No era así.
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