La elección, como nunca, se está calentando en extremo en la capital. Crece la desesperación en Morena. Ya hasta hubo un atentado contra la candidata de oposición, Alessandra Rojo de la Vega, que va por la Cuauhtémoc. Habrá que ver si AMLO y Batres se resisten a la tentación de robarse la elección para jefe de Gobierno si, como todo apunta, la pierden. Lo veremos. FOTO: Especial
Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
Hoy ocupa el cargo de jefe de Gobierno, por imposición del presidente López Obrador a los habitantes de la capital, tramitada por Morena y sus aliados en el Congreso de la Ciudad de México. Es claro que el pueblo no lo eligió. No votó por él. Ni lo quieren: más del 60% lo rechaza. Ocupa el cargo, pero su función no parece que sea gobernar ni trabajar por la estabilidad política, menos garantizar la democracia, sino al contrario. Su cinismo es brutal.
Se trata de Martí Batres, quien está en el cargo con una misión fundamental: cumplir a cabalidad los designios de Palacio Nacional para que gane Clara Brugada, cueste lo que cueste, con todos los recursos públicos de las arcas capitalinas, con la perversión de usar todo el aparato de gobierno para favorecerla y a todos los demás candidatos de Morena. No es el estratega de la campaña. No le da para eso. Es el agitador, el porro, el que sabe eso de mover golpeadores, de reventar eventos, asustar a la población.
Y aunque ha demostrado que es bastante malo para eso de la fabricación de pruebas, también hace su lucha para no quedar mal en Palacio. Para eso le ayudan el cuñado Ulises Lara, encargado de la Fiscalía CDMX, y Pablo Vázquez, quien formalmente encabeza la Secretaría de Seguridad Ciudadana. Son como aquellos de la película “Los tres chiflados”. Nada les sale bien. En las últimas dos semanas han fallado en cuatro montajes.
A la mejor en Morena habrá quien diga que ese papel de porro lo está desempeñando bien Batres. Pero no, porque se le caen todas sus triquiñuelas, como su intento de llevar a juicio a brigadistas de oposición, a líderes de comerciantes que han cometido la osadía de apoyar a Taboada.
Esta conducta de Batres, y él lo sabe, es muy mal vista por los chilangos. Deben de estar enloquecidos para incurrir en estos errores tan básicos, porque ellos con sus 27 años de gobernar esta capital saben bien que van a lograr el efecto contrario a lo que buscan. Por eso se ha ido mermando día a día el nivel de aprobación de Batres: está por debajo del 40%, en las encuestas que más le favorecen.
Lo peor de todo, es que Batres raya en el cinismo. Tampoco podría ser de otra manera, porque el “jefe máximo” de Morena, el presidente López Obrador así actúa. Apenas hace un par de días se atrevió a afirmar que hay “piso parejo” en el proceso electoral para la Presidencia, y que además se ha apegado al principio de imparcialidad en el actual proceso electoral. Otro que debería recordar que esa procacidad, ese tipo de mentiras tan burdas son reprobadas por los chilangos, que se la van a cobrar el 2 de junio.
El cinismo de Batres: este jueves se atrevió a decir que él jamás estuvo enterado ni dio la instrucción de que el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) clasificara como información reservada por 3 años el resultado del análisis del agua contaminada en la Benito Juárez, en la que seguramente detectaron sustancias químicas dañinas para el ser humano, no sólo en su ingesta, también incluso por el mero contacto con la piel.
La elección, como nunca, se está calentando en extremo en la capital. Crece la desesperación en Morena. Ya hasta hubo un atentado contra la candidata de oposición, Alessandra Rojo de la Vega, que va por la Cuauhtémoc. Habrá que ver si AMLO y Batres se resisten a la tentación de robarse la elección para jefe de Gobierno si, como todo apunta, la pierden. Lo veremos.
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